La arquitectura rococó es aquella que surgió y se desarrolló durante el siglo XVIII en París, entre las décadas de 1730 y 1760, como reacción en contra de la grandeza, la simetría y las estrictas regulaciones del Barroco. Mantenía el empleo de adornos, pero incorporaba una decoración profusa con la inclusión de volutas y formas de hojas de acanto1 y con motivos más jocosos y formas orgánicas asimétricas.2 Utilizaba tonalidades claras, curvas y revestimientos de pan de oro, dando lugar a un estilo más elegante y más complejo que el barroco.3 Uno de sus rasgos más característicos es la variación arquitectónica entre el exterior y el interior de los edificios.
La palabra rococó procede del término francés “rocalla”, que denota el trabajo realizado en piedra y hace referencia a la cubierta de conchas empleada para decorar grutas artificiales. Originariamente, era entendido como un término despectivo, y no fue hasta mediados del siglo XIX cuando se aceptó y asimiló socialmente.
Características arquitectónicas
Estructuralmente, la forma predominante consistía en la proyección de un pabellón central de planta circular del que partían dos alas de menor altura y de planta curvada. Dicha curvatura daba lugar a planos oblícuos los cuales transmitían la sensación de movimiento. De igual modo, otra tipología edificatoria consistía en la construcción de pabellones contiguos.
En cuanto a los espacios interiores, a diferencia de la envolvente, que será menos elaborada y más sencilla, serán coloridos y ricamente ornamentados. Los espacios arquitectónicos solmenes se ven sustituidos por saloncitos y gabinetes pequeños, la distribución varía con respecto a los estilos precedentes, proyectando estancias especializadas en función del uso y con comunicaciones más cómodas y prácticas. El diseño de las dependencias será concebido como un todo, poniendo en sintonía ornamentación mural, mobiliario y colores.
En fachada se abandonan la aplicación de los órdenes clásicos, las ventanas ven incrementado su tamaño hasta la puertaventana, dando lugar a una relación entre interior y exterior que alcanza el concepto de mímesis con respecto a la naturaleza. Las ventanas arqueadas sustituyen a los marcos en ángulo recto.
Asimismo, no reniega de las formas clásicas como los arcos, las columnas, los frisos o los frontones, aunque sí conduce a que éstas se vean modificadas estéticamente para adaptarse al conjunto. Un ejemplo de ello son las columnas salomónicas, entorchadas o helicoidales.
El arquitecto francés que mejor encarna este estilo es Jacques Gabriel, quien, a la hora de proyectar los exteriores continuó con el equilibrio y la dignidad propios del barroco, en los interiores se mostró como un arquitecto de gran inventiva, proyectando espacios que se destacan por su gracia y delicadeza. Entre sus proyectos más relevantes destacan el Petit Trianon de Versalles y el Hotel Biron de París. Tras la capital francesa, es la ciudad de Nancy la que muestra los mejores ejemplos de rococó francés, con la plaza Stanyslas en la que se pueden contemplar verjas, fuentes y bancos de complicada traza.
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