En los Estados Unidos, la profesión de arquitectura paisajista data desde comienzos del siglo XIX como un esfuerzo para humanizar el crecimiento y expansión de los centros urbanos. Es a Frederick Law Olmsted quien se le acredita el haber acuñado inicialmente la frase para identificar esta profesión en el 1858, mientras trabajaba como superintendente del Parque Central de la ciudad de Nueva York. Sin embargo, no es hasta el 1899 que se organiza formalmente la primera asociación de miembros de este nuevo quehacer, conocida como la Asociación Americana de Arquitectos Paisajistas (American Society of Landscape Architects). No fue hasta una década más tarde, justo en el 1910, que se crea el primer currículo de educación de la profesión en la Universidad de Harvard.
El ejercicio de la arquitectura paisajista ha expandido paulatinamente su ámbito de conocimiento para incorporar nuevas aplicaciones científicas, tecnológicas y metodológicas que le permiten colaborar en esfuerzos de diseño multidisciplinario. El denominador común durante toda esta transición dinámica, acontecida en el siglo pasado, es la dedicación filosófica en la práctica para el mejoramiento y humanización del medio ambiente. Tampoco se aparta mucho de la definición de la profesión esbozada por ASLA a principios de siglo. La misma definió a la arquitectura paisajista como el arte de modificar el terreno para uso y disfrute del ser humano.
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